sábado, 20 de agosto de 2011

RETIRO AGOSTO 2011

SEGUIR  AL  SEÑOR......

EN  LA   TRIBULACIÓN,  EN  LA ENFERMEDAD ,  EN LA  TENTACION

                                                                                                                                    

Omnipotente, eterno,

justo  y misericordioso  Dios,

                                                                concede a nosotros, pobres,

                                                         actuar  por  la fuerza de tu amor

aquello   que  sabemos  que tu deseas,

y de  querer siempre  lo  que tú  quieres

para  que,  iluminados  interiormente

purificados  interiormente

y encendidos  por  el  fuego  de  tu  Espíritu

                                                 podamos   seguir  los  pasos  de  tu  Hijo  Amado

el Señor  Nuestro  Jesucristo, y 

con la  ayuda  de  tu  gracia

llegar  a  Tí,  Oh  Altisimo

que en la Trinidad  Perfecta

y en  la  unidad   simple  vive   y reina  glorioso

Dios  omnipotente por  todos los   siglos de los  siglos.  Amén



   INTRODUCCION



Después  de  haber  acompañado  a Jesús  en  la  oración  del   Getsemaní,   hoy  somos  llamadas  a  mirar  a  Francisco  como  modelo  de   seguimiento   real   y radical.

Somos   invitadas  hoy    a  recordar,  ( llevar en el  corazón)  los  momentos  de  nuestra  vida  en   la  cual  ponemos  en  práctica la  Palabra  del  Señor  y si  se  logra,  entenderla  mejor:   Es la  vida   que nos ayuda  a  comprender verdaderamente la  Palabra del Señor   y la voluntad  de  Dios.



Es   así,  puesto  al  fuego,   otro  elemento   típico de la  espiritualidad  franciscana, que es  el   seguimiento  de Jesús con experiencia  en la práctica  cotidiana del  Evangelio,  y no  sólo  como teoría:  el  discípulo  no se  limita a  mirar  a Jesús,  sino  a querer   seguirlo,   colocando  sus  propios  pasos donde él  los  ha puesto.   La  vida  concreta de cada día en acuerdo con la   fe de  Francisco  en Jesús ,  es tambien    nuestra  fe.

El salmo  46  nos ayudará  en la meditación de este  tema.   Una  vez más  Jesús  es  el  centro de la  oración  de Francisco porque   El   lo quiere seguir,  llevar  su cruz.



El salmo  7 de las F.F.  se reza  en las  vísperas del  Viernes  Santo.    Este salmo   es  una invitación  a la Iglesia   a  la   alabanza, a la  exultación,  a  aplaudir  con las  manos (v.1)   el  motivo de  este  júbilo es la  glorificación del  Hijo,   convertido  Señor  excelso, rey  grande sobre   toda la  tierra (v. 2)  Esta  Gloria del  Hijo es debida al Padre, porque el  Santísimo Padre  Celeste, nuestro  Rey desde la  eternidad, ha  enviado  de lo  alto su Hijo    quien ha obtenido  la  salvación  sobre la   tierra.   Aquí escuchamos por primera vez la palabra "Padre" ya no en los labios de Jesús, sino en el de la Iglesia   ( y de  Francisco).  Los  versículos   4-9  invitan a la  alegría, extendida a la creación inanimada (v.v.4,9) y a todos  los  hombres,  exhortandolos  a ofrecerse   enteramente al Señor (v.7-8) grande, digno  de alabanza  y   terrible (v.6).  El salmo   proclamado   en  vísperas  termina  con la aclamación “ el  Señor   reina  desde el  madero” los dos verículos que se añaden,  a partir de la Ascención, celebran  ésta  como el sentarse a la  derecha del  Padre Celeste,   y  confirman  el retorno del  Señor para  el  juicio  de  la Parusía[1]







ESCUCHEMOS:






1.     Pueblos todos, batid palmas,   aclamad a Dios con gritos de júbilo(Sal. 46,2)

2.     porque el Señor es sublime y terrible,    emperador de toda la tierra.  (Sal. 46,3)

3.    Porque el Santísimo  Padre  (Jn. 17,11) del  Cielo, nuestro  Rey  antes de los  siglos, ha enviado a su  Amado  Hijo (cfr. Jn.4,9) de lo  alto, y ha  obtenido la salvación en  medio de la tierra  (sal.  73,12)

4.    Nos alegramos de que la tierra y los cielos, se agita el mar y todo lo que contiene:. Regocijarse en los campos y todo lo que hay en ellos (Sal 95, 11-12)

5.      Cantad a Dios un cántico nuevo: toda la tierra, cantad al Señor (cf. Sal 95, 1).

6.        Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza: es más temible que todos los       dioses (Sal 95,4)

7.       Lleve al Señor, oh familias de los pueblos, darle  gloria y honor al Señor: darle al Señor  la gloria a su nombre (Sal 95, 7-8).

8.       Llevar  a  ofrecer sus cuerpos (cf. Sal 95, 8 + Rm 12, 1) y  cargar su propia cruz santa (cf. Lc 14,27): y seguir  hasta el final  sus santos preceptos.

9.      Se sacude la tierra entera en su rostro: Decid entre las naciones que el Señor reinó desde la madera (Sal 95, 90-10 R).

10.   Y subió al cielo y está sentado a la diestra del Padre (véase el texto del Credo)       Santísimo  en el cielo: exaltados  por encima de los cielos, oh Dios, y sobre toda la tierra tu gloria (Sal 56, 12).

11.   Y sabemos que viene, que vendrá  a  juzgar la justicia (cf. Sal 95, 13).



ALGUNAS  CONSIDERACIONES  DEL  SALMO  46

VIERNES  SANTO...PASCUA

Las  meditaciones   sobre  la     Pasión   se  terminan  con las Vísperas.   Francisco   ora    este salmo (v. 1-9)   sea  el  Viernes  Santo   o   Pascua.   Esto,  llama   verdaderamente  la atención y   es  muy    significativo.    Lo   que  corresponde a la  teología  del Evangelio de Juan;  ya en el momento en que Jesús se ofrece en la cruz por la vida del mundo, la muerte es vencida   en  Jesús Resucitado. Y es por eso que Juan habla en un doble sentido del Jesús exaltado en la cruz.   Incluso el Crucifijo de San Damián no muestra un hombre que sufre, sino  el Hijo de Dios, resucitado y glorificado, es decir, el "gloriosus Christus". Lo mismo es cierto en este salmo de Vísperas, rediseñado por Francisco de una manera personal, que está dominada por la figura de Cristo Glorioso.  De  los siete  salmos compuestos     por la  Semana Santa y los días  feriales   del   año,    el salmo de  Vísperas contiene la  mayor  parte de las   adiciones personales hechas  por  Francisco.   Revelan  la  forma  y  el contenido de  la  meditación  del  santo  de  Asís.  Ninguno  a los  que se le presentó este   texto sin preguntas específicas, podría pensar que estaba prevista para la tarde del Viernes Santo.    De hecho, el salmo no se caracteriza   como  compasión por el Crucificado, sino que está dominado por  una emotiva   exaltación " beata Passio" y  por agradecimiento por la salvación gratuita de toda la humanidad[2].

Las  Vísperas   se rezan    en el horario de la tarde, por esto, el orante puede volver su  mirada a los  sufrimientos   soportados  y   luego   superados  por  Cristo.  Por fe, ellos  saben  de la  Resurrección   y   miran por   tanto    la muerte  en  Cruz  como   una victoria.   Este salmo.  pués,  se puede  definir como un canto   vespertino  dirigido  a  la gloriosa  Victoria  del Crucificado.

Ya  el  versículo  inicial  es  un   grito de  júbilo, motivado  por  dos  versículos sucesivos que inician con un  “porque” (v.3).   El versículo  2,  pone en evidencia la  grandeza digna de alabanza  a  Dios y  su dominio sobre  toda la  tierra,  y   el  versículo  3  subraya que   propiamente este “ Santisimo  Padre  Aquel que  supera infinitamente nuestras medidas de  tiempo  y  espacio “Ha  enviado de  lo alto su  Hijo  Amado”.    Se  ha aventurado  en  este  mundo y en él  ha   obrado  la  salvación.  Tales  son  los  motivos que  deberían  llevar   al  mundo entero e incluso  a todo  el  cosmos  a la  alegría.  Mediante  algunas   frases del   salmo 95  Francisco invita  en  los  versículos   del   4-7 a la  alabanza  a  Dios,   un alabanza  que   involucra  cielo, tierra y mar.  Estos  versículos son  orados   por el  santo   pero, tambien   en  todas  las  horas  litúrgicas   del tiempo de  Navidad,   lo que significa  que la  encarnación   de  Dios   constituye    para él un  motivo  de  alegría   igual  a   aquella de la  salvación que  se origina  de  la  Cruz.



Es  ahora  muy instructivo   observar como  de la  invitación a  rendir  alabanza se pasa  a  la  exhortación de  hacer    de sí mismo  una  ofrenda”.   El versículo  8  descubre  el  verbo “Traer” , tomada del  salmo  95, pasando  del  don   de la   alabanza al don de nuestro   mismo  cuerpo.  Debemos  ofrecernos a nosotros  mismos,  y llevando  su santa  Cruz y   a  la vez  seguir  por  toda  la  vida sus  santos   mandamientos.    El  seguimiento  de la  cruz   es   la    consecuencia   del   agradecimiento  por la salvación.   Palabras  y sentimientos de alegría no bastan, debemos  responder  a la gran  obra de la  muerte redentora  con   el ofrecimiento  de nosotros  mismos en  el seguimiento de  Cristo  Crucificado.



En el verículo 8,  Francisco  pone  en  relación con el salmo 95  muchos  pasajes  del  Nuevo Testamento (Lc. 14,27; Mt. 16, 24; 1Pe. 2,21  y  sobretodo  Rm. 12,1...)  añadiendo  su  expresión  típica: “Santo”.  La  Cruz  y los mandamientos son para  él, santos,  porque  son  santificados por el Salvador.  Más  que un instrumento de  martirio, la Cruz es para  él   un  signo  de salvación;   como tambien  los mandamientos, más  que   peticiones   limitadas, son  caminos  hacía la verdadera libertad  y    la vida;  incluso ante  la cruz de  San  Damian, oró:  de modo  que yo   viva  tu santo  y veráz   mandamiento”   Y  cuando  Francisco  y sus  compañeros veìan    una Cruz,  se  inclinaban  diciendo:  “te adoramos, Señor Jesucristo,.... porque con tu Santa Cruz haz  redimido  al  mundo  (Test 5; 1 Cel 45: FF 399). El acontecimiento del Gólgota no es sólo para Francisco un hecho del pasado, sino que tiene sus consecuencias, aquí y ahora. Dado que el  salmo de  Vísperas  fue previsto  no sólo para  el  Viernes  Santo, sino para todos los días  feriales del año - con pocas diferencias para la temporada de Navidad - lo que significa que Francisco tuvo en cuenta delante de sus ojos, casi todos los días  la victoria redentora de la  cruz de Cristo y la invitación a seguirlo.  



El  permanente significado de la   muerte en la Cruz y su universal  señorìo “Desde  lo alto de la  cruz” se evidencia  claramente tambien  en el versículo 9...   en la expresión  “madera” (a ligno) es un  anuncio hecho por el antiguo   cristianismo al salmo 95,10,  los versículos  10-11  se añaden  para  la fiesta de  la Ascención y corresponden bien  al  misterio de  esta celebración.   Mediante  un significado  amplio del salmo 56,12,Francisco reconoce , conforme al Credo, la  elevación al cielo del Hijo y el sentarse a  la diestra del Padre.  En este  modo el salmo  termina  en forma   circular:  en el versículo 3 se había  escuchado  que: “...El Padre Celestial ha enviado de lo alto su Hijo Amado”,  mientras el versículo 10  concluye :  “Y ascendió  al  Cielo y está  sentado a la  derecha  del Santisimo  Padre Celeste."



El Salmo de  vísperas, se caracteriza por una  profunda conciencia de la  Historia de Salvación, en el cual el   acontecimiento de la  pasión se tiene  en cuenta  dentro del acontecimiento global de  Cristo, en esta Historia  de  Salvación   formamos  parte mediante el seguimiento de la cruz que toma forma en nuestras tribulaciones, enfermedades  y  tentaciones;  es  decir, en una palabra,  para  Francisco el seguimiento   toma  forma y se realiza   en  el  ofrecimiento total  de  si mismo.

ALGUNOS  PUNTOS  DE  MEDITACIÓN

Sólo  poniendo  en práctica la Palabra, Francisco alcanza a entenderla  espiritualmente,  con claridad ;  así  sucede en la Porciúncula, cuando  Francisco escucha el  Evangelio del  envío a  la misión de los apóstoles  y lo  pone   inmediatamente  en práctica, cambian  su modo  de  vestir, para  ir  con o sin bolsa, sin  cinturon, sin zapatos.  Se trata  de   una práctica   todavía  ingenua:  Jesús ,  en aquel  Evangelio,no  prescribe ciertamente  una  determinada forma  de vestir;  pero  para  Fracisco es  necesario   llevar a la práctica concretamente aquella Palabra para  entenderla mejor, para  alcanzar a comprender su significado más  profundo, que   sólo  puede ser   através de la práctica.     De esta  forma  comprende a San Damian:  el  Crucifijo lo invita a “reparar su casa”, y Francisco  pone en  práctica aquel  mandato,  restaurando el techo de  la   capilla;  sólo más  tarde, después de aquella práctica  material, alcanzará a  comprender más profunda  y verdaderamente  su sentido espiritual, que lo llevará  a  ampliar la  obra de  restauración a   toda la  Iglesia.

La  diferencia entre  una comprensión  sólo intelectual  y la comprensión  espiritual de la Palabra de  Dios esta  en esta relación   con la práctica , con el actuar, con la “Santa operación”.   

Creo, que el lugar del seguimiento,  como consagrados, es  la vida misma:  el  trabajo, las  relaciones, el servicio,  la comunidad vocacional  de pertenencia,  la parroquia, etc.    El  problema es  siempre el mismo:  la   vida  no  es el  lugar  de la encarnación de la fe; el  comportamiento no  está  en línea  con el credo; las opciones  no son coherentes  con nuestras afirmaciones.   Hay una  separación evidente  entre la  vida y la fe.   Es la historia de muchos de nosotros y muchos de nuestros días; no es fácil ser fiel al Señor , aquella  fidelidad conjuga   fe- vida.  En  particular no  siempre  se está en capacidad de  integrar  fe y vida en la vida ordinaria.  Hoy,  esto me parece  de gran importancia. En un mundo, en  una sociedad en  la cual  se  resalta la búsqueda de  lo  extraordinario, lo nuevo,   de  realidades   fuera  de esquemas  comunes, como se dice:  “creo que vaya valorando lo ordinario como extraordinario,  lugar de  encuentro con Dios.  No  nos   alegra   el  despertarse en la mañana, esto se  debe  a  nosotros, esto es  lo que nos toca.... y además  la comunidad, las  relaciones,  el  servicio son una rutina para llevar a cabo,  las  cuales de vez en cuando quisieramos darle algo de novedad, ni nosotros  somos  ajenos a  este riesgo:   La tendencia   que  mayormente temo  es aquella  de  considerar  la  vida espiritual   como un parentisis  al interno de un contexto de vida   ordinaria.  Atención : la Eucaristía, la Oración, los  Ejercicios  Espirituales  no son un escape de la  vida  ordinaria, como si la fe  se sobrepone a la vida.

 La  “experiencia de los sentidos” son diferentes de la  “experiencia del Espiritu”, pero en ciertas condiciones   puede convertirse los primeros  en ocasión de  los segundos.  Para  convertirse a Dios, la fatal “caída del caballo”    de San Pablo no es  lo  esencial, por lo general, si alguien se acerca a  la fe, no es  porque fue golpeado por un acontecimiento portentoso, sino porque  poco a poco y sin darse cuenta,  comenzó  a vivir directamente con una  predisposición   interior   que   puede adherirse  en  la experiencia espiritual  cristiana.  Es  verdad, un  acontecimiento  externo  puede determinar  una  situación  espiritual, pero, normalmente, no lo hace de una  manera milagrosa, sino con las  disposiciones interiores que acompaña lo que sucede.  Si me falta la apertura  interior  al   otro, puedo  encontrar una  persona  significativa, pero dificilmente aquel  encuentro representará para mi un  momento  de  cambio.”[3]

Considero que  sea  necesario el  sentido  de lo  ferial, de lo  cotidiano, de lo  ordinario como lugar de encuentro con Dios, espacio en el  cual vivir la fe,  tiempo en el cual,   contemplar la acción  proveniente de Dios.

“Ninguno  ha visto a Dios” En  la vida espiritual el  camino de inmediatez  no  funciona.  Dios   se deja reconocer a través de las   mediaciones.  Entre tantas  posibilidades (Sagrada Escritura, testimonios, Iglesia, valores naturales...)  están tambien las  ocasiones fortuitas  o casuales de la  vida cotidiana.

Preguntemonos :   En nuestra  vida,  hay  fugas  de lo  ordinario,  por las que no  siempre se  ve la   mano de Dios?     Y aún todavía,   preguntemonos:  ¿ La práctica fiel y constante de la  Palabra me  ayuda a comprender el  profundo misterio  que es mi  vida?



[1] Cfr. T. MATURA, Francesco parla di Dio, Edizione biblioteca Francescana, Milano, 1992, p. 26.
[2] Cfr. O. Schmucki, Leiden Christi, 142-144,  Gotteslob, pp. 49-53
[3] L.VU, Francesco d’Assisi e il lebbroso. Psicodinamica dell’esperienza spirituale, in «Tredimensioni» 4 (2007), p. 156

viernes, 12 de agosto de 2011

SANTA CLARA DE ASIS

  CRISTOLOGIA DE SANTA CLARA

                                 “Así pues, queridísima hermana, y, más aún,
señora digna de toda veneración,
pues sois esposa y madre y hermana de mi Señor Jesucristo,
esplendorosamente distinguida con la insignia de la virginidad inviolable
 y de la santísima pobreza, afianzaos en el santo servicio,
 que con ardiente anhelo comenzasteis,
al pobre Crucificado”
(1CtaCl 12-13).

Espejo de la eternidad, esplendor de la gloria y figura de la sustancia divina, el Cristo de Santa Clara es un esposo, un hijo, un hermano al que ella puede abrazar concretamente. Es Alguien al que ella dedica todo el espacio interior de su virginidad, es un Crucificado Pobre a quien ella sirve fielmente porque se entregó a Él con amor ardiente.

Nuestra religiosidad tiene la objetividad del Cristo que tenemos en la mente y en el corazón. Nosotros también podemos poseer un Cristo concreto. Es el resultado de nuestra contemplación personal, pero también es la condición para que contemplemos y vivamos sin estar por las nubes.

El Cristo concreto de Santa Clara, son aspectos personales de una relación directa, cálida, profunda, perseverante. Ése es el resultado de su contemplación. Nos proponemos ahora resaltar esos aspectos.

1. Jesucristo Pobre y Crucificado

Clara fue preanunciada por el Crucificado ante el cual su madre estuvo rezando antes  de su nacimiento. Con su madre debió haber dado los primeros pasos para amar a ese Jesús que estaba en la Cruz sólo porque nos amaba infinitamente. Y comprobó cómo  el Altísimo se despojó de su fuerza, de su poder, hasta de sus ropas y de su dignidad, humillándose para llegar al encuentro de los humildes. Desde su niñez, Clara abrió su corazón a los pobres. Y les abrió también las manos.

Posteriormente, en la madurez de su vida, demostraría que su actitud no fue solamente emocional, compasiva ante quienes sufrían. Era la consecuencia de ver Cristo pobre en la persona de los pobres concretos que sufrían hambre y frío por las calles, allí, cerca de su misma casa.

Una persona que no tiene lo suficiente para vivir es una persona con su vida arriesgada. Solemos mirar hacia otro lado porque no nos agrada pensar en esa muerte. Clara la miró de frente: es la actitud de un femenino que siente  el grito de una vida que quiere renacer ante una posible muerte  presente. Las Fuentes dicen que ella, muchas veces, mandaba llevar comida o dinero a los pobres; lo hacía así ciertamente para no llamar la atención. Lo importante es que esos pobres la motivaran, como motivaron al Hijo de Dios a descender de los cielos.

Cuando se encontró con San Francisco, vio en él una imagen viva de ese Cristo Pobre y Crucificado. Y compartió con él otras experiencias. Descubrió a Jesús pobre y crucificado desde el nacimiento en el pesebre, en la vida humilde de Nazaret y en  el anuncio de la Buena Noticia a los pobres.

Para Clara, Francisco unía en sí tanto a Jesús Pobre  como a los pobres de la calle. Era una síntesis viva de lo que ella sentía en su corazón. Expresaba lo que ella pensaba y quiso escucharlo más. Él le habló, pero ella también debe haberle hablado. Seguramente él se sorprendió  de encontrarse con una mujer rica que miraba las cosas como tan sólo él las veía. Hay diversos testimonios tanto en la Leyenda como en el Proceso de Canonización de que su tema era Jesucristo. Por otra parte, en sus coloquios, determinaron vender cuanto era de ella  para darlo a los pobres. Y ella  nunca quiso echarse atrás en esta determinación  para no defraudar a los pobres.

Transmitía esa experiencia a las Hermanas, recordándoles a la pobrecita madre de Jesús, que no tuvo con qué vestirlo en Belén, a no ser con unos pobres pañales. La tenía muy presente  en todas las demás circunstancias en que ella y Jesús vivieron la pobreza: “Por amor del santísimo y amadísimo Niño, envuelto en pobrísimos pañales y reclinado en un pesebre, y de su santísima Madre[1].

Éste fue un tema que ella compartió con Francisco. Al parecer, ambos tuvieron experiencias semejantes aun antes de conocerse. Ella recordó con más asiduidad la pobreza de Nuestra Señora. Quizás se haya sentido femeninamente más próxima como mujer pobre a otra mujer en esa misma situación. Es posible que haya comprendido mejor los  aspectos que implican la vida de una mujer pobre.

Ella sintió lo que Jesús sentía: la más amplia confianza en el Padre Celestial. Quien es hijo del Padre Eterno no necesita apoderarse de nada. Se puede disfrutar con alegría y desprendimiento de todos los dones maravillosos que nos llegan diariamente, dejándolos enteramente a disposición de quien los necesita más que nosotros.

Este aspecto de la confianza en el Padre nos recuerda al Salmo 130, en el que el Salmista se compara a un bebé que acaba de mamar y yace confiado en el regazo de su madre. Sólo que es un adulto quien recuerda esa situación. La confianza es un sentimiento muy adecuado para nosotros, que, con tanta frecuencia, nos contentamos con una fe que no pasa de ser una idea, algo muy intelectual.

2. El Cristo Hermano

En la contemplación diaria, fue creciendo año tras año, Clara acogió al Jesús total, inclusive  cuando dijo: “Aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi madre, mi hermano, mi hermana...” (Marcos 3,35). En lugar de pactar uniones, como las que estaban haciendo sus conciudadanos de Asís, “para proteger sus bienes”, creyó mucho más importante unirse a los otros hermanos de Jesucristo para aprender a hacer la voluntad del Padre que está en los Cielos: dar vida en plenitud a todos.

Siempre tenemos a nuestro lado hermanos o compañeros. Desde una dimensión meramente humana, tendemos a verlos como a personas que deben ayudarnos. En cambio, desde una dimensión contemplativa, los podremos ver como a hermanos de Jesucristo, y entonces serán para nosotros personas con quienes debemos compartir todos los dones. No sólo recibimos, principalmente, damos. La fraternidad asumida por Clara y Francisco, comporta, sobre todo, servir. Son numerosos los ejemplos que en ese sentido nos ofrecen  los testimonios del Proceso de Canonización  de Santa Clara.

Para ella, ser hermana de Jesucristo Hermano le exigió vivir un programa, como se lo exigió seguir los pasos de Jesucristo Pobre. Fundó la Orden de las Hermanas Pobres. Fue la madre de la inmensa familia que, ocho siglos después, sigue cifrando su alegría en vivir la vida de los Hermanos y de las Hermanas Pobres, abriendo un nuevo camino para toda la Iglesia.

El programa consiste en buscar intencionalmente hermanos de Jesucristo; luchar por mejorar la relación con los/as hermanos/as encontrados/as; estar seguros de que un día lo único que sobrevivirá será nuestra condición de hermanos/as; darnos cuenta de que la inmensa mayoría de las personas no es tratada como hermanas y, finalmente, cómo  esto es de una necesidad vital, más importante que la comida, los vestidos y la casa.

Para Santa Clara ese programa no quedó en meras palabras. Puso toda su energía de mujer fuerte en luchar hasta el fin para que esa vocación, inspirada por Dios, lograse ser una realidad para muchos. Si ese ideal de fraternidad ha llegado revitalizado hasta nuestros días, se lo debemos a ella y a Francisco, como a tantos otros.

Vivimos una época muy egoísta, donde cada uno se preocupa tan sólo de sí mismo. Para construir la fraternidad hay que trabajar. Es una de esas necesidades vitales que solamente se consiguen construyendo, haciendo, fortaleciendo el tejido fraterno.

Los ejemplos de Santa Clara son muchos. Por citar algunos: dejó de lado  el silencio riguroso que patrocinaba Hugolino para que las Hermanas se comunicasen fraternalmente; logró que todo se resolviese siempre en fraternidad; lavaba los pies y manos de sus hermanas y servía de modo especial a las más jóvenes y a las enfermas y ancianas.

3. El Jesucristo Esposo

Jesús dijo que, mientras estaban en su compañía, los discípulos no debían ayunar. Estaban de fiesta. Se identificó con la amplia y vasta figura bíblica de Dios-Esposo de su Pueblo.

Al presentarse como esposo, Jesús tiende un puente de relación. Esposo es una persona con quien se comparte la vida, cuerpo y alma, lecho y mesa, hijos y sueños. Es una experiencia muy concreta, a pesar de ser provisoria,  puesto que en la eternidad no tendremos esposos, a no ser al mismo Dios. Dios, sí, será eternamente el esposo del Pueblo.

Cristo concretiza en sí el infinito que puedo amar como alguien que es mi prójimo y tan pequeño como yo. Pero también concretiza esa otra dimensión difícil de abarcar: somos un pueblo de miríadas de personas, esparcidas a lo largo de todos los tiempos y de todas las naciones del mundo. Y no nos relacionamos tan sólo con las personas: estamos ligados a todas las criaturas.

Santa Clara expresa muy bellamente algunas de las consecuencias fundamentales a Inés de Praga, por ser esposa de Jesucristo: “Conteniendo en ti a Aquel que te contiene a ti y a todos las cosas, y poseyendo aquello que poseerás más firmemente que todas las posesiones pasajeras de este mundo[2]. “Por decirlo con las mismas palabras del Apóstol, te considero cooperadora del mismo Dios y sostenedora de los miembros de su Cuerpo inefable que caen[3].

Ella, que vivió e hizo efectiva en su vida las palabras del Cantar de los Cantares, quiso ser virgen, reservando un espacio cada vez mayor para Dios en su corazón. Y se abrió al Pueblo de Dios en el universo y en la historia. Por eso, aun escondida en un eremitorio, fue y continúa siendo luz para nosotros/as y para todos los hombres y mujeres.

Su figura es como la de los profetas: nos recuerda que Dios hizo una Alianza con nosotros y que, si la rompemos, tenemos que volver a reanudarla. Porque Él, siempre fiel, nos está esperando.

Dios siempre se hizo concreto a través de los profetas. Especialmente cuando su pueblo se mostró de “dura cerviz”. Cualquiera puede ser profeta. Su mensaje debe ser siempre la alianza. En el profeta, la palabra del esposo se hace audible. Sí, contiene una censura, pero, en definitiva, es una profunda palabra de amor.

De cuanto se ha dicho hasta ahora podemos concluir que:

1. Si Él, siendo el Altísimo, se hizo pequeño y pobre para salvarnos, tomando la Cruz que genera Vida, ¿cómo nosotros/as, nos podemos abajar, empequeñecer y tomar la cruz de todos los días para seguirlo?

2. Jesucristo vino para salvar al mundo y, si nosotros nos hemos comprometido con Él, al menos en algo el mundo tiene que mejorar porque nosotros estamos presente. ¿Nuestro mundo es cada vez más humano?
3.  Nuestro medio de transformar al mundo, como Clara, es el ejemplo de vida fraterna, con Jesús Hermano y con sus hermanos y hermanas, con quienes nos hemos comprometido.

4. La fraternidad no es un mundito aparte en el que nos refugiamos y nos defendemos de una humanidad difícil. Es una célula en que comenzamos el proceso de hermandad de toda la humanidad.

Algunas sugerencias prácticas:

1. Para que el tiempo de contemplación diaria tenga contenido, recordemos fuera de ese tiempo, cómo Cristo actúa y sigue actuando en la vida de cada uno/a. ¿De qué manera Él nos va transformando? ¿Cristo se transparenta para la vida de los demás a través nuestro? Démonos tiempo para contemplar cómo Jesús transforma las cosas y llega a las personas a través nuestro.

2. Desde que estamos siguiendo a Jesucristo seguramente hemos crecido. ¿En qué hemos crecido? ¿Fueron acaso cualidades y experiencias las que han hecho de nosotros/as personas más cercanas, más cálidas, más fraternas, más fascinantes?
           
3. El Cristo más concreto con quien nos encontramos todos los días son, no nos engañemos, los hermanos y hermanas de nuestra fraternidad. ¿Cómo ha sido ese encuentro? ¿A partir del mismo, ha aumentado en cada uno/a la voluntad de encontrarnos con otras personas? ¿Cómo se transforma la propia vida a raíz del encuentro con todos los hermanos o hermanas de la Orden, Congregación o Provincia desde el día en que hemos ingresado en ellas? En la medida en que transmitamos esa experiencia, estaremos salvando el mundo.


[1]  Forma de vida (Regla) de Santa Clara 2, 25.
[2] Tercera Carta de Santa Clara 26.
[3] Tercera Carta de Santa Clara 8.