martes, 6 de septiembre de 2011

RETIRO SEPTIEMBRE


LA    ORACIÓN   DE    MARÍA

Oremos  juntos:

«Señor,   que  a través  del don de tu Espíritu,  has inspirado  a María esta oración   de   alabanza  y  agradecimiento,  concéde a nosotros   y a todos  los pobres del mundo,  que todavía   escuchan  esta  oración y  la  experimentan dento de  sí mismos, puedan escucharle con aquel afecto, con aquella plenitud de  alabanza  y  de alegría  con  la que  cantó, primero tu Madre.”

INTRODUCCIÓN

En esta  ocasión de  retiro mensual,   nos detenemos  a acompañar a María  que  ora,  que   agradece  al  Padre  por  las  maravillas que  realiza en ella.  EL pasaje de la  Visitación,  seguido del canto del Magnificat y  de  San  Lucas   en el cual  nos detenemos hoy  para  comprender como oraba  María.

Leamos, meditamos, contemplemos y   oremos la  Palabra que el Evangelista Lucas nos  ofrece en  1,39-56

En aquellos días, 39 María se puso de camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 En cuanto Isabel escuchó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, 42 y dijo voz en grito:
¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? 44 En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45 ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

46 María dijo:
- Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47 se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
48 porque ha mirado la humillación de su esclava.
              Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
49 porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
                                               su nombre es Santo.
50 Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
51 Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón,
52 derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
53 a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
54 Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
55 -como lo había prometido a nuestros padres-,
   en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
     56 María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.


COMENTARIO[1]

v  EL MAGNIFICAT

Busquemos  primero que todo, entender el sentido del  episodio en el cual   se  introduce la  oración del  Magnificat.  Es  un episodio  para  intercalar  entre  dos  anuncios y  dos  narraciones  de nacimiento:  El anuncio a Zacarías y el anuncio  a María que ocupan gran parte del   primer capítulo de Lucas;   la narración  del  nacimiento de Juan  y aquel del nacimiento de Jesús que   ocupan la última parte del 1º capítulo y el 2º capítulo.     Entre  estos  dos  anuncios y dos  narraciones  está, como intermedio, la narración de la Visitación y el canto del Magnificat, que  nos  hace entrar  en el misterio de la psicología  humana de María;  nos  quiere hacer entender que  ha  acontecido en ella,  que  se  ha   movido dentro de ella, después  del advenimiento   que   improvisamente  la ha  envuelto, sin previo   consentimiento, en el plan de Dios.

v  ALEGRÍA Y ESTUPOR :  EL  GRAN  SECRETO DE  MARÍA

Después del anuncio del ángel, María es  una  persona a  la cual le han  consignado un gran  secreto   que cambia   su vida, que  la   involucra profundamente,  que la llevará  a vivir  una experiencia  muy  diferente de la  que ella  no se  imaginaba.  Lleva  en el corazón  este  secreto   y no puede contarlo a nadie.   Es  verdaderamente un secreto de alegría que podría  llenar  de gozo, sin embargo, es  tambien  embarazoso  y doloroso.   El Evangelio de Mateo   nos hace entender  el peso de este anuncio:   como explicarle a José, su esposo, lo que ha acontecido, como hacerlo creíble, como hacer entender el misterio de  Dios que se ha manifestado en Ella?  María  se  encuentra  en la situación  de quien,   teniendo  algo grande  dentro de sí, que le  da alegría y a la  vez  es un  peso,  querría  comunicarlo, querría  hacerse  entender  y no sabría con quien y cómo.   En esta  situación  penosa y   dolorosa,   recorre  el camino hacia Judea para  ayudar a   Isabel.

Nos ocurre  tambien a nosotros tantas  veces,  de  tener  algo dentro y  no  alcanzamos  a  encontrar a alguien  a  quien comunicarlo;  no tenemos la confianza que alguno pueda comprender y escuchar  lo que tenemos  dentro, ya sea  de alegría o  doloroso.


v LA  AMISTAD  DE  ISABEL  DESBLOQUEA  A MARÍA

María  se  encamina  hacia  la montaña de Judá  y,  entrando  en la  casa  de  Zacarías, saluda a Isabel.   Apenas Isabel   oyó el saludo de María, el niño  saltó  en  su vientre.   Isabel fue llena del Espíritu Santo y exclamó a gran  voz :  “Bendita  tú entre  las  mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.  Improvisamente, sin necesidad de  palabra, María se siente comprendida, siente  que su secreto ha sido acogido por quien podía intuirlo en el Espíritu, siente que lo que   ocurrió en ella, el  misterio de Dios,   es interpretado por otros, es experimentado  con amor, con benevolencia, con confianza.   Se siente acogida y comprendida hasta  el fondo y puede dar rienda suelta a la plenitud de  sus  sentimientos que  hasta  ese   momento  habían  sido  reprimidos.   Ahora, que  otra  persona  ha  podido  intuir   su secreto, María  se  siente  liberada  interiormente  y puede  exclamar   con gran    voz lo que tiene  dentro;  puede  expresar, a través de una amistad discreta y atenta,  a través de un corazón capáz de comprenderla.    He aquí, que  todo irrumpe de una vez,  su canto que proclama que  había meditado por largo tiempo, durante el viaje.   Cuanto es importante  el valor de una amistad que nos  comprenda y que nos ayude   a desbloquearnos  y que nos permita  sacar lo que  tenemos  dentro,  lo maravilloso  y   tambien  lo negativo,  para que sea  expresado,   sea  dicho!  María  se  expresa  cantando y  exaltando,   porque  su ánimo  es pleno de   alegría.

v  UN CÁNTICO   DE  ALEGRÍA

Leyendo atentamente su cántico,  vemos que María comienza  con el  sujeto:  “YO” :   mi alma, mi espíritu.  Al inicio es ella misma  el centro:  su experiencia, su alegría.  Su estallido   emocional, pero,  inmediatamente   el sujeto  cambia.  “Mi  espíritu exulta en Dios, porque  El  , de aquí en adelante  es  siempre  Dios,  ha mirado la  humildad....  grandes  obras ha hecho,.... su misericordia   se extiende....  ha  derribado a  los poderosos...  ha  dispersado  a los soberbios,...  ha  derribado  a los  potentes,  ha enaltecido a  los  humildes...  ha   colmado de bienes....  ha dejado  vacíos a los  ricos....  ha socorrido a Israel....  se ha acordado .... .de  sus promesas...  La estructura del cántico parte de la experiencia  personal.  María  grita  lo que  tiene  dentro, “Yo glorifico a Dios, yo exulto”  para    describir inmediatamente lo que  Dios hace.   Hay  una   perfecta fusión  entre el  aspecto  subjetivo, personal,  la experiencia inmediata de la  persona que   ora y  su   transposición   en  la contemplación de la  obra de Dios, en la  cual la persona se siente  en sintonía.

Es  claro, que aunque después, María  habla de sí:  “grandes obras  ha hecho....   ha doblegado el poder........ ha derribado a los poderosos”........  pero,  todo es  contemplación de si misma en el plan de Dios, en el gran  Misterio de Dios en  el cual  ya hace  parte.

NUESTRO  “MAGNIFICAT”   EN  LA  VIDA  DE CADA DÍA

He aquí  la oración que  la  página del  Evangelio nos  sugiere:  Cómo tú  oh  Dios,  eres  el  Dios  de  mi  salvación?  Cómo puedo  yo cantar mi  Magnificat?  A  partir  de  cuál  experiencia de  Salvación  te revelas  a mí como el Dios  grande, el  Dios  del  Evangelio?

¿Eres  el Dios  que cambia mi vida,  dándole una  carga de  esperanza capáz  de  hacerme  mirar  mi vida y la de mi  entorno con ojos  diversos,   colocándome  de parte  del Reino, de la justicia, de  parte  de los  humildes, de  parte  de los  pobres?
Nos debemos  preguntar si  cantando  el cántico de María  nos ponemos  en  la situación de  aquellos que  aún  lo escuchan  como viva  realidad.

 Pongamonos  frente a la oración de María y preguntemonos cuál  puede  ser   nuestro Magnificat;  con cuales  palabras y  en lo referente a cuáles  hechos   podemos expresarlo;  cuáles   son las  las  grandes obras de Dios en  nuestra vida  que  nos  hace  alabar  al  Señor.

Cada una de nosotras se llene de entusiasmo  y abra el corazón   para  buscar los   grandes  momentos  de Dios en su vida personal.

Pensemos  en  los bienes y el amor que hemos recibido de parte de los  demás,   en  los  encuentros   que nos han llenado de alegría y de  fe,   desde el bautismo  hasta la experiencia  de este  día,    en  nuestro  encuentro común con el  Dios  de la  Salvación, con el Dios  que nos salva,  con el Dios  que  despedirá  a los   ricos  con las manos vacías y  llenará de bienes  a los  desamparados;   en primer lugar  a nosotros,  desamparados  y pobres, y  después   a tantos otros que lo  escuchan.

Preguntemonos,  por cuáles  penas y alegrías  secretas nos libera el  encuentro con Dios  y el encuentro  con los demás.  Preguntemonos  cuales realidades  grandiosas  surgen   para cada uno   de nosotros  si nos ponemos   de parte de la esperanza del Reino,    y que   nos pide Dios   si elegimos estar  de parte de los pobres.





[1] Ho arricchito con alcune considerazioni personali alcune riflessioni di C.M. MARTINI, Itinerario di Preghiera Con l’Evangelista Luca, Ed Paoline, Roma, 1983, p. 65-69.

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